7 September 2020 Unidos por un nuevo aire, trabajamos por reverdecer a Bogotá

Mejorar la calidad del aire es un desafío que enfrentan todos los países del mundo.

Reportajes

Mejorar la calidad del aire es un desafío que enfrentan todos los países del mundo. Este tema no tiene fronteras y Colombia no es ajena al reto de la humanidad. Entre todas las tragedias relacionadas con la crisis global del covid-19, esta desafortunada pandemia nos ha demostrado que es posible gozar de cielos azules y respirar aire limpio. Para lograrlo, las grandes ciudades debemos unir esfuerzos para alcanzar la sostenibilidad ambiental.

 

Precisamente esta es una de las principales apuestas de la Administración de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López: poner a la ciudad a la vanguardia ambiental. Trabajar unidos por un nuevo aire es la consigna con la que empezó Bogotá este 2020.

La ciudad no cambia cada cuatro años con los gobiernos. Cambia el compromiso y los deseos de transformación que adquieren las personas que día a día exigen un nuevo aire cultural, social, económico y ambiental. La contaminación del aire es una amenaza para la salud, por lo que es fundamental tomar acciones para que las personas, en especial las poblaciones vulnerables, no padezcan de enfermedades respiratorias. Reducir la trágica cifra de las dos mil personas que mueren anualmente por condiciones relacionadas con la mala calidad del aire es una meta ambiciosa, pero absolutamente prioritaria.

Lograrlo es un trabajo que requiere del compromiso y la corresponsabilidad de todos y todas, además del trabajo articulado de los gobiernos por reducir la contaminación. Tener protocolos para atender las crisis o emergencias es clave para proteger la salud de los ciudadanos, especialmente de aquellos grupos más sensibles como niños o adultos mayores.

Bogotá es una ciudad de más de ocho millones de habitantes que cuenta con un amplio parque automotor e industrial, que utiliza combustibles fósiles para su funcionamiento y sus procesos de producción. De aquí parte la importancia de la gobernanza y la definición de la calidad del aire como política pública que a todos nos afecta-beneficia.

La hoja de ruta para los próximos cuatro años tiene como bastión el trabajo conjunto de todos los actores para que bogotanos y bogotanas logren cambiar sus hábitos de vida. El Plan de Desarrollo 2020-2024, un nuevo contrato social y ambiental, contempla una inversión cercana a los 30.000 mil millones de pesos para reducir en un 10 % la concentración de material particulado de 10 y 2.5 micras.

En la Administración trabajamos en la formulación e implementación del Plan de Gestión Integral de la Calidad del Aire de Bogotá 2030. Esta línea de acción permitirá que la ciudad cumpla con el objetivo de ser carbono neutral en 2050. Además, a través de la articulación del Plan de Acción Climática y de las políticas de planeación urbana se podrá dar cumplimiento a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud en materia de concentraciones atmosféricas.

Bogotá firmó hace unos días dos declaratorias en el marco del C40: la primera por un aire limpio, donde se comprometió a establecer todas las medidas necesarias que permitan mejorar su calidad del aire; y la segunda, por calles libres de combustibles fósiles, para que las nuevas adquisiciones de cualquier medio de transporte sean cero emisiones.

Actualmente Bogotá está renovando la flota de TransMilenio, su sistema de transporte masivo tipo BRT. Durante los últimos dos meses ingresaron 130 buses biarticulados nuevos con motores a gas natural vehicular, que completan el 93 % de renovación de esta flota, que produce 95 % menos de emisiones de material particulado. También llegarán 320 buses a gas y 477 eléctricos al sistema zonal, para completar el proceso de renovación de la flota y la transición a combustibles más sostenibles.

El impacto de la planificación y acción articulada acciones beneficiarán a las personas y a toda una región. Así, Bogotá avanzará para convertirse en área metropolitana incluyente, moderna y sostenible, que utiliza tecnologías limpias e incentiva el uso de medios de transporte alternativos como la bicicleta, en la que se hacen cerca de 880 mil de viajes al día (antes de la pandemia).

Bogotá es la ciudad de América Latina con la red más extensa de carriles exclusivos para bicicleta: 551 km. Para incentivar aún más el uso del medio de transporte más limpio y efectivo, la Administración de la alcaldesa Claudia López construirá 280 km de ciclorrutas nuevos.

Por otro lado, la ciudad tiene como metas lograr una reducción de por lo menos 15 % en la emisión de gases efecto invernadero para 2024, implementar un programa para la gestión de las emisiones del transporte urbano de carga y la implementación de un plan de intervención de la zona industrial. Esta gobernanza del aire incluye el compromiso de todos los sectores (productivos, academia y la ciudadanía en general).

El mundo está cambiando y exige tomar decisiones excepcionales. Es el momento de generar un cambio en nuestros hábitos para afrontar la crisis climática, con un enfoque sostenible en el que se tengan en cuenta los aspectos ambientales, sociales y económicos.

Bogotá no se rinde y trabaja para que los ciudadanos cambien sus hábitos y adquieran un compromiso de corresponsabilidad. Moviéndonos de manera inteligente y sostenible lograremos un “Aire Limpio para Cielos Azules”.

Estas notas fueron presentadas por Bogotá. Las notas no pertenecen al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y se comparten aquí como cortesía. El PNUMA no es responsable del contenido. Su publicación en este sitio web no debe interpretarse como un respaldo al contenido de las mismas.

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