La contaminación del aire mata cada año de forma prematura a casi 7 millones de personas en el mundo. La situación podría agravarse en los próximos años en América Latina y el Caribe, donde el transporte es el principal foco de emisiones de carbono y está experimentando un crecimiento acelerado.
La flota vehicular de la región se está expandiendo más rápido que en cualquier otra zona del mundo y podría triplicarse durante los próximos 25 años, lo que se traduciría en un colapso de las infraestructuras viales de las ciudades y en un aumento proporcional de emisiones contaminantes.
Para evitar este dramático escenario, varios países de la región están implementando innovadoras legislaciones y proyectos que fomentan la movilidad eléctrica y están empezando a introducir en sus sistemas públicos de transporte vehículos libres de humo.
Si la flota actual de buses y taxis de 22 ciudades latinoamericanas fuera reemplazada desde ya por vehículos eléctricos, se ahorraría para 2030 casi 64.000 millones de dólares en combustible, se reducirían 300 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono y se evitaría la muerte prematura de 36.500 personas, reveló un estudio de ONU Medio Ambiente y la Federación Internacional del Automóvil (FIA Región IV), elaborado con el apoyo de la Cooperación Española (AECID) y la Unión Europea.
ONU Medio Ambiente, a través de su plataforma MOVE y con el apoyo del proyecto Euroclima+, ayuda a Argentina, Colombia y Panamá a desarrollar sus estrategias nacionales de movilidad eléctrica, y también asiste a Chile y a Costa Rica en sus planes de expandir el uso de autobuses eléctricos.
Costa Rica es uno de los líderes regionales en esta transición. El país centroamericano pretende convertirse en la primera nación “descarbonizada” del mundo. Así lo anunció el pasado mayo su presidente, Carlos Alvarado, durante su toma de posesión.
El país ya tiene una matriz energética prácticamente verde que le permitió en 2017 alcanzar un importante récord mundial: estuvo más de 330 días consumiendo electricidad proveniente únicamente de fuentes renovables. Sin embargo, su transporte aún depende mucho de los combustibles fósiles y es responsable de 68 % de las emisiones del sector energía. De ahí que el sector público esté poniendo mayor atención a la movilidad eléctrica.
A principios de este año entró en vigor en Costa Rica una ley pionera en América Latina y el Caribe que busca incentivar el transporte eléctrico tanto en la esfera pública como en la privada a través de incentivos económicos, facilidades de uso y acceso al crédito, entre otros aspectos. A esto se suma la puesta en circulación en 2019 de tres buses eléctricos que recorrerán todo el país como parte de un plan piloto.
Al sur del continente, Chile está trabajando para tener la segunda flota más grande de buses eléctricos del mundo, después de China, que tiene en la actualidad 150.000 unidades de este tipo. El Gobierno del país austral aprobó el año pasado un plan para ir introduciendo progresivamente 200 buses eléctricos en el sistema de transporte de la capital, el Transantiago. La aspiración es superar los 2.000 buses en 2025.
El director del Centro de Desarrollo e Investigación Mario Molina de Chile, Gianni López, aseguró que la electromovilidad en América Latina y el Caribe de momento es más competitiva en los vehículos de uso intensivo: “En la región no se va a dar a corto plazo una transformación como la de Noruega, el líder mundial en la materia. En nuestros países las diferencias de precio entre autos convencionales y eléctricos son todavía enormes y solo son amortizables en usos intensivos”, como transporte de carga, buses o flotas empresariales, explicó López.
El gerente general de la empresa chilena Movener, Gonzalo Pacheco, agregó que tanto Chile como el resto de la región tienen que invertir más en el proceso de posventa de los vehículos y en el mantenimiento de los autos eléctricos, ya que hay poco personal capacitado para ello y las universidades latinoamericanas aún no ofrecen esta formación.
Sin embargo, la infraestructura de recarga es vista como uno de los mayores desafíos en América Latina y el Caribe.
“Aunque los autos eléctricos se pueden cargar en casa, los usuarios tienen eso que se denomina ‘anxiety range’ (ansiedad de alcance), es decir, el miedo a que el auto se quede sin energía antes de alcanzar el destino”, explicó Gastón Turturro, docente de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires
El coordinador de Cambio Climático de ONU Medio Ambiente para América Latina y el Caribe, Gustavo Máñez, cree que este es un miedo injustificado. “Casi todo el mundo en la región tiene acceso a enchufes de electricidad en casa o en el trabajo, y considerando que los vehículos están estacionados más de 90% del tiempo, podrían ser cargados casi en todas partes a un costo casi 10 veces menor que el de los combustibles fósiles”, indicó.
Uruguay ha dado pasos importantes en este sentido en los últimos tiempos: ha construido estaciones de recarga eléctrica en 300 km de sus principales carreteras turísticas, lo que constituye la primera ruta eléctrica de América Latina y el Caribe. El país suramericano pretende cubrir 20 % de los 9.000 km de sus carreteras nacionales para 2020. Además, ha exonerado de tasas de importación a los vehículos eléctricos de uso comercial.
En los últimos meses, Argentina ha mostrado una gran determinación en esta materia. El Gobierno ha aprobado un decreto que reduce los aranceles a la importación de autos eléctricos de 35 % a 2 % y ha presentado en el Congreso de la Nación una ley para incentivar la movilidad eléctrica, “muy parecida a la de Costa Rica y que marcará una precedente en la región”, acotó Turturro.
El país también va a poner en circulación a finales de año una decena de buses eléctricos en Buenos Aires: “Si electrificásemos la flota de buses capitalinos, podríamos llegar a tener hasta una reducción de 25 % de las emisiones”, dijo el experto.
En Colombia, Medellín prepara el despliegue de 1.500 taxis eléctricos para 2020, de los cuales 500 entrarán en funcionamiento este año, mientras que en México, uno de los grandes productores automotrices del mundo, dos grandes empresas, Zacua y Giant Motors, lideran emprendimientos para fabricar autos eléctricos 100% nacionales.
“América Latina tiene la matriz eléctrica más verde en el mundo, las emisiones del sector transporte en más rápido crecimiento y un altísimo uso de transporte público per cápita. La región está únicamente posicionada para aprovechar las ventajas de la movilidad eléctrica”, añadió Máñez.
La transición hacia una movilidad eléctrica ayudará a los países a cumplir con sus compromisos de reducción de emisiones en el Acuerdo de París. El pacto, suscrito en 2015 por cerca de 200 países busca que el aumento de la temperatura global no supere los 2 grados centígrados en comparación a los niveles preindustriales.
La oficina de ONU Medio Ambiente en América Latina y el Caribe lanzó la plataforma MOVE en 2016 para acelerar la transición hacia la movilidad eléctrica. Desde su creación, MOVE se ha posicionado como la principal comunidad de práctica dedicada a proporcionar asistencia técnica, movilización de recursos, construcción de capacidades y creación de conocimiento en materia de movilidad eléctrica en la región.